La Psicología Humanista o «Tercera Fuerza» considera que todos nacemos con unas cualidades que nos hacen únicos y que somos más que la suma de nuestros elementos constituyentes. El abordaje humanista considera a la persona de manera global, abarcando las dimensiones mental, corporal, emocional y trascendente del ser humano.
Postula que todos nacemos con la capacidad de hacernos responsables de nuestra propia vida y con la capacidad de hacer los cambios que necesitamos para vivirla con más conciencia y autonomía. Su base de trabajo es la relación terapéutica, pero su carácter abierto, le permite integrar técnicas de otras escuelas, respetando los preceptos de la psicología humanista.
El enfoque que utilizo para trabajar se denomina Humanista Integrativo, que integra teoría y técnicas psicológicas procedentes de varias escuelas de Psicología Humanista, también hago inclusión de abordajes psicodinámicos y aplico técnicas de gran utilidad de la Escuela Cognitivo-Conductual. Promuevo el crecimiento personal y la resolución de las dificultades en distintos niveles de profundidad, favoreciendo así el desarrollo del potencial de cada persona y cambios más duraderos a largo plazo.
El enfoque humanista integrativo se sustenta en cuatro pilares:
-El Análisis Transaccional
-La Psicoterapia Gestalt
-Terapia emocional y proceso de duelo
-Terapias corporales
Este marco terapéutico permite asimismo la incorporación de herramientas provenientes de otros enfoques psicológicos como la Terapia Psicodinámica, Escuela Sistémica o Cognitivo-Conductual, de manera que el tratamiento se adapte a las necesidades específicas de cada persona.
La persona necesita para sobrevivir completar una cierta dosis de caricias. Es como si en el interior de su Niño hubiese una batería con un polo positivo y otro negativo que necesita mantener una carga para poder funcionar adecuadamente.
La cantidad de caricias necesaria para cada persona variará según su desarrollo y sus características psicológicas, si no cubre sus necesidades mínimas la persona se verá obligada a ser cada vez menos selectiva.
En los primeros 30 meses de vida las caricias positivas de contacto son las que tienen mayor fuerza.
Las caricias incondicionales son más fuertes en relación a la salud emocional, su utilización es válida y oportuna en cualquier marco social.
Las caricias positivas influyen considerablemente en la incentivación general del comportamiento. Una sobredosis de caricias positivas incondicionales vuelve a la persona pasiva e irresponsable.
Las caricias condicionales (tanto positivas como negativas) son necesarias como instrumento para favorecer el aprendizaje, el asentamiento de valores y, en general, todo el proceso de socialización.
El efecto de la caricia es independiente de la intención, una misma caricia puede ser percibida como positiva por una persona y como falsa o negativa por otra, en las mismas circunstancias.
Las caricias orientadoras y descalificadoras pueden servir como orientación y guía del comportamiento.
En la administración de caricias hay que evitar la reiteración y la monotonía, ya que la caricia mecánica se devalúa sola.
En el sistema positivo de conducta se anteponen: Las caricias incondicionales a las condicionales, las positivas a las negativas y las auténticas y espontáneas a las rutinarias o mecánicas.
Las caricias no solo se limitan al contacto físico, al ser considerada un estímulo intencional, comprende desde el lenguaje escrito, hasta el no -verbal.
Medios de transmisión : Físicas, Verbales, Escritas, Gestuales Emoción o sensación que nos invitan a experimentar: Positiva o Negativa (de lástima u agresivas) Condiciones o requerimientos que hemos aprendido para dar o recibir: Incondicionales (por Ser), Condicionales (por hacer), de Aproximación (meta), Atributivas (cualidad), de Orientación (corrección) Grado de sinceridad: Auténticas, Falsas o Mecánicas. Influencia en el bienestar de dos modos: Adecuadas (sanas) o Inadecuadas (malsanas)
Es importante identificar que tipos de caricias permitimos que nos lleguen, que tipo de caricias damos a lo seres que tenemos a nuestro alrededor.
El efecto de la caricia es independiente de la intención, una misma caricia puede ser percibida como positiva por una persona y como falsa o negativa por otra, en las mismas circunstancias.
